El segundo día me desperté bien temprano, cosa que disfruté muchísimo durante el viaje. Me pasa cuando estoy haciendo algo que realmente me gusta y me llena, me despierto felíz, con ganas de salir lo antes posible a ver que me tiene para ofrecer el afuera, además estoy más predispuesto a que me pasen cosas buenas.
Mientras hacía mi nueva receta de hotcakes con banana, charlamos con Alessandro, un italiano que era una ficha, de su pueblo cerca de Venecia y Montevideo, mientras intercambiábamos piques del viajero (que nunca falte). Ahí me comentó de Panamá Viejo, y cómo muestra la historia de fundación de la ciudad, así fue que sería lo que visitaría ese día. Los primeros días estaba más tranquilo, con un plan flexible, y más que nada conociendo ese mundo del viajero. A pesar de haber invertido varios días en ese estado, me di cuenta que sirvió mucho para futuras ciudades que conocería.
Como no habían buses del Metrobus a Panamá Viejo, y a pesar de las advertencias de riesgo de robo, accidente, violación, y secuestro, me tomé un Diablo Rojo, el transporte convencional de Ciudad de Panamá. Me gustaron y mucho. Ahí estaba la cultura panameña (la que no tenía su auto último modelo), Los clásicos buses atestados a los que tanto me había acostumbrado en Haití, en los que se sientan 3 pasajeros en los bancos de 2, y 2 en los de 1 (los clásicos School Bus yanquees pintados de rojo andando a todo lo que da, de ahí su nombre).
Entierro de la época colonial. |
Al llegar a Panamá Viejo, fui al museo a ver de que se trataba pues no tenía idea lo que estaba visitando, y me sorprendió gratamente. La que me vendió la entrada estaba embarazada, y como siempre, me hizo más explícito que lo que está detrás de esa operaria turística es una persona y me puse a hablar con ella del embarazo, que cuantos meses, que si sería varón o nena, que como iba el embarazo, que mucha suerte, etc. Ahí mismo, y antes de entrar, vi un espectáculo circense, en el que 4 indígenas panameños danzaban al compás de tambores y maracas autóctonos rodeado por un grupo grande de turistas, con las cámaras a todo lo que daba. Fue más el rechazo a esa escena que otra cosa la que me hizo entrar tan rápido al museo.
Curiosidad histórica: sistema de saneamiento de la época. |
En los museos no solía invertir mucho tiempo, no leía tanto los textos, más bien me quedaba con el concepto general y trataba de encontrar pedacitos de historia que fueran detalles sorprendentes o curiosos para que, al final, al armar la historia me quedaba más presente. Además trataba de escuchar lo que decían los guías de los grupos para tener un poco más de contexto, esto me funcionó bastante bien durante todo el viaje.
A la salida recorrí Panamá Viejo costero hasta la Catedral. Era sorprendente el contraste gigante entre las ruinas de una de las primeras ciudades coloniales americanas, y las construcciones civiles actuales alrededor, de fondo, enmarcando la escena, se veían los clásicos rascacielos panameños y los puentes de autopistas.
Recreación de Panamá Viejo. Edificios importantes de izq a der: Conv la Merced, Conv San Francisco, Hosp San Juan, Conv Monjas Concepción, Iglesia Comp de Jesús, Torre Catedral. |
Convento la Concepción decorado para la boda. |
Mientras iba caminando me iba encontrando con diferentes ruinas de la otrora ciudad capital, y la que más me sorprendió fue el Convento de las Monjas de la Concepción, no sólo porque era una de las que estaba más en pié, sino por la decoración y el movimiento que tenía. Al acercarme me dí cuenta que era la ornamentación para una boda, que sería al día siguiente. No sólo la organización de la boda panameña me imopactó (bien de película), sino también como una ruina patrimonio cultural de la humanidad, se utiliza con tales fines comerciales. Al preguntarle al organizador me contó que ese lugar se utiliza un fin de semana de por medio para eventos de ese estilo, más que nada bodas. Me impactó como colocaban la ornamentación de la boda apoyandola directamente en muros del 1670. Por otro lado vi todo el trabajo que se hizo de restauración, y el contraste entre los materiales de hace 5 siglos y los de ahora.
Observé que el organizador se ponía a putear por teléfono porque se le había caído un fotógrafo para el día siguiente. Así que saqué el vendedor nato que hay en mí, y básicamente me vedí. Le conté que trabado de fotógrafo en Uruguay, y que si bien no tengo todo mi equipo conmigo por estar de viaje, le puedo cubrir al día siguiente la boda con una Nikon D90, con la posterior edición de fotos. Tremenda oportunidad de hacer un poco de plata para el viaje, le ofrecí el servicio por la módica suma de 300 USD, una ganga para tal servicio. El tipo contento de la vida, tomó mi teléfono y me dijo que me llamaría si me necesitaba muy agradecido del lío del que lo estaba sacando. Al final me llamó para decirme que el fotógrafo podía cubrir el evento así que no tuve que conseguir un traje, pero me gustó tirarme a la cancha sin dudar en ningún momento.
Torre de la catedral. |
Cuando se visita un lugar, ruinas o similares, el conocer un poco de historia genera una grandísima diferencia y lo hace pasar de ser un montón de piedras apiladas, a una estructura construida en un contexto histórico, social, y económico muy particulares, que tienen como resultado lo que uno tiene ante los ojos, y hasta se puede imaginar la construcción, o la gente de la época que hacía uso de lo que hoy son las ruinas. Eso me pasó con la Catedral de Panamá Viejo.
Estaba muy bien presentada la historia de la construcción, lo que tuvieron que pasar los responsables para culminarla, los 3 derrumbes que sufrió y cómo con la plata de todo el pueblo, se pudo reconstruir, porque en su momento lo veían como una necesidad. Por ratos viajaba mientras subía las escaleras modernas de la torre de la catedral, pero me permitían ser uno más de los feligreces que subían esos 4 pisos para avisar al pueblo entero de la misa por medio de la campana. Estaba en ese viaje temporal, cuando de repente, suenan las campanas enserio, y el ver que es un megáfono con sonido a campana, me trajo violentamente de ese viaje, permitiéndome apreciar lo artificial del hecho, que a pesar de ser entendible por el peso de la campana y lo frágil de la estructura, da bastante rechazo.
Vista desde el 4 piso de la torre de la Catedral. |
Contraste antiguo-nuevo. |
Ratón de campo PNM. |
Terminada mi visita a las ruinas, y con las nulas expectativas más que colmadas, me dispuse a visitar el lugar que tenía en mente desde un principio: un cerro en medio de la ciudad que veía todas las mañanas desde el baño del hostal con la bandera de panamá en la cima. Necesitaba un poco de naturaleza, supongo que por el lugar en que estaba, y preguntando la gente, me comentó que era el Parque Natural Metropolitano, y me dijo a duras penas el bus que me tenía que tomar (todos me querían hacer pagar 13 USD por un taxi).
Una vez llegado al lugar (como a las 5 con todavía 2 horas de luz de sol), me dispuse, por un lado, a conectarme con el lugar y su naturaleza, y por el otro, a recorrer todos sus senderos pues el guardaparque me habló muy bien de ellos. Al prinicpio me sentía en una carrera contra el tiempo, pero a medida que fui viendo la flora y la fauna que regían el lugar me pude conectar más y contemplar el cerro. Fue muy pacificante el sentirme abrazado por esa natualeza tropical, por su diversidad y por su exuberante frondosidad.
Cuando subí hasta el mirador más alto, me sorprendió la vista que tenía de toda la ciudad, un poco interrumpida por la flora del lugar, pero se podía ver toda Ciudad de Panamá, desde el casco viejo, hasta un buen tramo del canal del Panamá, pasando por el Mall Albrook que gritaba su presencia en medio del descampado del aeropuerto Albrook. Ahí me dí un tiempo para contemplar un poco más lo que estaba presenciando de todo punto de vista, natural por el parque, cultural por la ciudad que tenía ante mis ojos, histórico por lo que había visto ese día, y personal por lo que me surgía en medio de esa naturaleza. Luego de ese ejercicio tan enriquecedor, comencé la bajada un poco apurado porque se venía la noche, y lejos de terminar ahí las cosas que vería del Parque, iban apareciendo más animales a mi bajada, que se iban preparando para ir a sus cuevas, o estaban saliendo de ellas.
Vista desde el PNM, ciudad de Panamá. |
Idem. |
Al llegar a la puerta trasera vi un cuartel, algo que no pegaba para nada con el lugar, pero que lo hacía más misterioso. Los militares que cuidaban la entrada me comentaron que era de la época de la invasión estadounidense, pero no me supieron decir para que se utilizaba. Hablando con ellos, me ofrecieron llevarme a la terminal para tomarme el bus hacia el hostal y nos fuimos juntos, un raid que se transformaría en taxi, cuando me pidieron plata para la bencina (nafta)... Milicos descarados, ahí les dije que andaba sólo con la tarjeta del Metrobus y seguimos todos contentos.
El día terminaría con una noche lindísima, llena de estrellas, musicalizada por un grupo de artesanos de un puestito cerca del hostal. Recién al final del día me daría cuenta el cerro que veía del baño del hostal no era el que visité, sino el Cerro Arcón que visitaría al día siguiente acompañado de un amigo sudafricano...
Al terminar el día, me quedaría viendo un poco de música hecha por estos artesanos. |