domingo, 17 de febrero de 2013

Alegría eufórica (de la primer noche).


El viaje estuvo lleno de conocidos… El primer vuelo me lo tomé para mí, para mirar para afuera y para acomodar un poco las ideas, y dejar que asentara todo esa nube de sentimientos que se levantó al irme. Luego espera en el aeropuerto intentando conectarme con la flía… Sólo intentando.

Cuando me siento en el segundo avión, con los mismos compañeros de vuelo al anterior, comentamos ese hecho caUsal. Resulta que nada que ver con mis prejuicios construidos en el viaje anterior, lo que me había imaginado de ellos. Montevideanos comunes y corrientes que viven en Guatemala, donde después espero que nos veamos, agradezco que me hayan pasado el prejuicio por el piso para tener lo que sería la primer enseñanza del viaje (nunca está de más repasar esa enseñanza).

Después en el tercer vuelo, un colombiano, que venía de Washington con su pareja alemana y su hija estadounidense, que después de ir a Panamá  se irían a vivir a Alemania, veterinario él, que está investigando sobre el cáncer en el ser humano. Surreal su historia, pero es real y nos vamos a ver mañana en ciudad de Panamá.

Después resulta que ellos conocieron en el vuelo anterior una estadounidense que iba a la misma zona que yo, le propuse tomar un taxi juntos a la ciudad para bajar costos y me causó gracia su reacción de desconfianza absoluta (lo asocié a la paranoia gringa y no a mi cara desalineada y pelo desordenado luego de tanto viaje). Al hacer la fila para el taxi me puse a hablar con una señora, también estadounidense que hablaba un español muy gracioso, y ese fue el tema durante todo el viaje que al final compartimos los tres.

Cuando llegué al albergue recordé ese ambiente mochilero con los sentidos abiertos y la sorpresa a flor de piel, me empezó a correr un sentimiento de alegría por estar donde me gusta mucho. Y cuando arreglé mis cosas en el cuarto, de repente me llenó un sentimiento de alegría eufórica con cara de: ARRANCÓ EL VIAJE!!! Expresada con gritos internos de URUGUAY NOMÁ! o VAMO ARRIBA CARAJO!

Hacía tiempo que no tenía un sentimiento de esos, de emoción y excitación por lo que se viene, así que me tiré en la cama a saborearlo. Y me di cuenta lo cansado que había sido el viaje de 18 horas, porque cuando abrí los ojos de nuevo, estaba -como tantas veces me ha pasado- atravesado en la cama como a las 2 de la mañana con las luces apagadas, se ve que mi compañero de cucheta me despertó al irse a dormir, al moverla tanto por su estado un tanto alcoholizado. Como siempre que me pasa eso me levanto, me higienizo para dormir, y caigo en la cama inconsciente, para levantarme en unas horas.


 Los Andes Peruanos dejando el aeropuerto de Lima.

Vista de la ventana de mi cuarto del hostal

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